Descubriendo Brno

Por Alejandro Boucabeille

«Quien busque el infinito que cierre los ojos» Milan Kundera

Brno es una pequeña ciudad en el sur-este de la republica checa. Lamentablemente no es muy conocida. O más bien me corrijo. Afortunadamente es poco frecuentada. «Brünn» como se llama en alemán, el antiguo nombre de la ciudad, cuando la mayoría de la población hablaba alemán, hace como 100 años, hoy en día se presenta como una ciudad pequeña y hermosa, que merece ser visitada, por lo menos por un o dos días. Lo bueno es que la ciudad es muy central y se encuentra entre Praga, la capital del país, Viena (la capital de Austria, al sur) y Bratislava (la capital de la republica eslovaca al oriente). Esta así en el centro de estas tres ciudades europeas que son importantes y recurridas por millones de turistas cada año. Lo que no sabe la mayoría de estos turistas es que se pierden uno de los tesoros de Europa del Este: Brno. Difícil de pronunciar, fácil de amar. Ciudad igualmente literaria, ofrece distintos teatros, la patria de varios escritores como del famoso Milán Kundera, que estuvo nominado para el prestigioso premio Nobel de Literatura. Es una ciudad con mucha historia y al mismo tiempo joven, sobre todo por sus miles de estudiantes y su vida cultural que es muy activa. Brno ofrece restaurantes, bares, hostales para todo tipo de turista o viajero: el joven, el mayor, el trabajador, el estudiante, el trotamundos, el pensionado o el académico.

Llegando a la estación de tren. Vengo de Viena, uno se tarda, dependiendo el tren que toma, como una hora y media a dos horas. Viaje muy corto en el cual se puede disfrutar de paisajes hermosos de Bohemia, que nada tiene que ver con bohemios pero que me inspira para pasar unos días como uno de esos grandes maestros de la relajación y del amor por el arte. «Amour pour l´art, l´art pour l´art». El arte por el arte. Gran movimiento artístico de 1900. Camino por la ciudad y me imagino como habrá sido la vida hace 100 años, hace 50 años, hace 20 años y como será ahora, en el año 2016. Distintas imágenes e ideas que tengo en la cabeza. Pero caminando voy descubriendo mas factores que tengo que tomar en cuenta, por lo menos en mis pensamientos. La arquitectura, la cultura dominante, el pasado comunista, la naturaleza y estos paisajes que pueden ser algo duros en época de invierno, la mezcla de culturas: los checos, los eslovacos, los judíos, los austriacos, los alemanes, los gitanos, los polacos y que se yo…..Brno me invita a conocer a su catedral y su hermoso centro histórico. Se puede andar fácilmente a pie, no se complica para nada. Las zonas peatonales de hecho te invitan pues son amplias y hay poco tráfico. Igual no hay mucha inclinación o la presencia de cerros, menos la famosa «Spielberg» (montaña de juegos en alemán), es así que para el principiante en el «arte de caminar» ofrece una buena introducción. No les quiero revelar todos los secretos que podrán encontrar en esta pequeña y al mismo tiempo grande ciudad. Lo único que les recomiendo es que la visiten a pie. No se pierdan la opera y su magnífica plaza con fuentes de agua. No se pierdan las distintas facultades de la universidad, ofrece varios campus que merecen la pena. No se pierdan el barrio judío en donde vivieron pero también sufrieron muchas personas. No se pierdan las caminatas en los callejones del centro y en las afueras al norte de la ciudad. No se lo pierdan. Y la mejor forma como siempre, para mí, es descubriendo este destino caminando. Sobre tus dos piernas, tus mejores asistentes. Tu doble Sancho Pansa. Tu acompañante eterno. Si los descuidas, te descuidas a ti mismo. Ni tú ni yo queremos eso, entonces: ¡a caminar!

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